Para la Asociación Ecologista de Defensa de la Naturaleza (AEDENAT) el incidente de Acerinox es uno de los tres más graves de la historia nuclear española. Se precisa una investigación en algunas instalaciones de la acería y un seguimiento de la chatarra para conocer la gravedad exacta del accidente.
La escala INES (Escala Internacional de Sucesos Nucleares) sirve para tener una medida objetiva de la gravedad de los sucesos nucleares. El nivel 3 de la escala es un incidente grave y el 4 es uno grave en que se produce escape radiactivo al medio ambiente. Por ejemplo, el accidente de la central nuclear de Vandellós I (Tarragona), que sucedió en 1989 y obligó a clausurar la central, fue clasificado como nivel 3 y el accidente de Chernóbil, el más grave de la historia de la humanidad, se clasifica como nivel 7, el más alto de la escala. Para AEDENAT, el escape de Acerinox sería uno de los tres incidentes más graves de la historia de las instalaciones radiactivas y nucleares españolas. Con él estaría el vertido de agua radiactiva de la Junta de Energía Nuclear (actual CIEMAT, Madrid) en 1973 y el accidente de Vandellós I en 1989. Si aplicaramos las directrices de uso de la escala, que se utiliza para centrales e instalaciones nucleares, este incidente podría clasificarse entre los niveles 3 y 4.
Para AEDENAT la hipótesis más verosímil de cómo se produjo el accidente es que se importara entre la chatarra una fuente encapsulada de Cesio-137, un elemento radiactivo muy volátil que emite radiactividad beta y rayos gamma, de tiempo de vida de unos 30 años. Las fuentes que se usan en los países del Este son de dos tipos: unas de relativamente baja actividad, entre 2 y 20 Curios, y otras de alta, por encima de 1000 Curios. La empresa Acerinox tiene una entrada principal con pórtico para medida de posible material radiactivo entre la chatarra, sin embargo tiene otra entrada sin este tipo de control. Hay, pues, dos posibilidades que explicarían que la fuente no fuera detectada: que fuera de baja actividad y el pórtico no tuviera sensibilidad suficiente, al estar encapsulada, o bien que entrase por la puerta que no dispone de control.
El hecho de que el Cesio-137 sea un elemento volátil hace que la contaminación de los aceros producidos por Acerinox sea, probablemente, muy baja. Una parte del Cesio-137 se dispersaría por la atmósfera y otra parte se habrá quedado retenida en los enfriadores y en los filtros de la acería. Es de esperar que, aproximadamente el 50 % del material radiactivo esté en estas piezas. Una medida del contenido radiactivo podría arrojar luz sobre el tipo de fuente que se introdujo entre la chatarra.
AEDENAT celebra que los índices de contaminación aparecidos entre los trabajadores fueran bajos. Sin embargo esto no significa que las emisiones totales de radiactividad también lo fueran. Por un lado está el hecho de que la mayor parte del Cesio se evaporó y, por otro, los trabajadores de Acerinox suelen trabajar protegidos con medidas de seguridad. No sería, por tanto, sorprendente, que los índices de contaminación fueran mayores entre las personas del entorno de la acería que entre los propios trabajadores. AEDENAT solicita que cualquier persona que se sienta afectada y lo pida, sea sometida a control radiólogo.