martes, 25 de junio de 1996

Aedenat denuncian que en 1995 se superaron los límites de ozono

Las emisiones de los vehículos y la mayor insolación propician el aumento de la concentración de ozono en el aire. La organización ecologista AEDENAT denuncia que durante el verano del pasado año se superaron los límites legales de contaminación por ozono en la CAM lo que pone en riesgo al medio ambiente y a la salud de los madrileños.

El R.D. 1494/95 vigente desde diciembre de 1995, sobre protección del ozono, exige que las administraciones locales establezcan una red adecuada de medición para controlar y avisar a la población cuando se rebasen los niveles de protección para la salud pública. En tal caso, las personas deberán permanecer en el interior de las viviendas, sobre todo las personas más susceptibles, y evitar realizar ejercicio físico en el exterior.

En la Comunidad de Madrid se obtienen datos fiables de la Red del Ayuntamiento que generalmente no registra valores por encima de los establecidos por la legislación, puesto que las concentraciones más altas de ozono se generan en la periferia de las ciudades, e incluso a decenas de kilómetros del foco emisor de contaminación (en este caso el casco urbano de Madrid). La Comunidad de Madrid sólo mide los niveles de ozono en cinco estaciones (Alcalá de Henares, Alcobendas, Fuenlabrada, Móstoles y Torrejón de Ardoz). La información obtenida a partir de esta red (aunque incompleta con respecto al número de estaciones y deficiente en su funcionamiento en numerosas ocasiones) confirma que los límites legales para la protección de la vegetación y de la salud humana se rebasan constantemente durante los meses de mayor insolación y temperatura.

Así, el umbral de información a la población, 180 microgramos/metro cúbico (por encima del cual se producen efectos en individuos particularmente sensibles, por ejemplo, con problemas respiratorios), se excedió durante 1995 en 325 ocasiones. Otros límites como el límite de protección a la salud, que debe calcularse cada ocho horas (y que la CAM no calcula), o los de protección de la vegetación también se han sobrepasado continuamente sin que la Comunidad de Madrid informase a la población sobre los posibles riesgos de este contaminante ni adoptase ninguna medida de prevención de dichos episodios con el fin de proteger la salud y el medio ambiente.

El ozono es un contaminante atmosférico que se forma en presencia de la luz solar a partir de hidrocarburos y óxidos de nitrógeno, emitidos principalmente por los vehículos. Este ozono ambiental o troposférico, por encontrarse en la capa de la atmósfera más cercana a la superficie terrestre, es diferente al ozono estratosférico que constituye la “capa de ozono” y que nos protege de las radiaciones de alta intensidad emitidas por el sol.

El ozono puede causar efectos nocivos sobre la salud, como irritación e inflamación del sistema respiratorio, principalmente de las membranas mucosas y los pulmones. Este contaminante provoca tos, sequedad de la boca, irritación de los ojos y dolores en el pecho. Los efectos pulmonares se agravan si la exposición tiene lugar mientras se hace ejercicio, en personas de avanzada edad, niños o personas que sufren de asma u otra enfermedad que dificulte la capacidad respiratoria.

En un estudio epidemiológico reciente, que relacionaba los efectos sobre la salud en base a las emisiones de los vehículos, (Proyecto APHEA encargado por la Unión Europea), entre otros resultados se concluía que existía una clara asociación entre las elevadas concentraciones de ozono y un aumento en la mortalidad (entre el 2 % ‑ 12 %).

Las especies vegetales y los cultivos son más sensibles al ozono que los seres humanos. El ozono interfiere en la actividad fotosintética, en el crecimiento y en el metabolismo general de la planta, como por ejemplo, reduciendo el contenido en clorofila de la hoja. Otro efecto inducido por este contaminante es un posible aumento de la sensibilidad de los árboles a las heladas, al calor y a la sequía.

AEDENAT considera que la contaminación atmosférica ha de prevenirse, actuando en su origen (vehículos, calderas de carbón e instalaciones de combustión industriales). Las Administraciones deben sensibilizar a la población de cómo reducir la contaminación por ozono, y cómo ha de protegerse en episodios de altas concentraciones, y deben dotarse de redes de vigilancia suficientemente capaces para medir la contaminación y alertar a la población si fuera necesario.