Tenemos que decirlo, no es la solución que más nos agrada a los ecologistas. Para nosotros, si de opciones tuviéramos que hablar, tendría que incluir una que no pasara por la obligación de construir una nueva autovía, y en su lugar se apostase por otro modelo de movilidad que supusiera la potenciación del ferrocarril en detrimento del transporte por carretera. De ser así, esta polémica y otras como la construcción del túnel de Somport no se hubieran producido.

Pero la realidad, casi siempre es otra, y la amenaza real de construcción del último tramo de la autovía Madrid-Valencia, conocida como la opción “C”, que pasaba por las “Hoces del Cabriel”, ha dejado de ser un riesgo al haber llegado el día 12 de junio a un acuerdo inesperado, entre el nuevo ministro de Fomento y el gobierno de Castilla-La Mancha.

La alegría entre “comillas” no puede olvidar la larga cronología que ha trascendido los cauces habituales entre los que nos hemos movido las organizaciones ecologistas al introducir un factor, ausente en la mayor parte de los conflictos medioambientales del estado español; la implicación directa del presidente Bono, que hace de un conflicto local un problema de estado.

Podemos afirmar que la “Guerra de las Hoces” tiene lugar en febrero de 1993 cuando es descartada la propuesta inicial de pasar la carretera por Cuenca, y el Ministerio ordena redactar Estudios de Impacto Ambiental detallado de los cruces de la Autovía con los ríos Júcar y Cabriel. En Julio del mismo año, el Ministerio elabora una Memoria- Resumen que se refiere al tramo Minglanilla-Caudete de las Fuentes y plantea tres trazados alternativos (A, B, C). En fase de consulta previa se pronuncian en cascada por la opción “A” un conjunto de instituciones políticas, sindicales, universitarias, municipales, así como el grueso de las organizaciones ecologistas de ámbito estatal.

En agosto de 1994 tiene lugar la Orden del MOPTMA por la que se establece el trazado definitivo en la Autovía Madrid-Valencia. La orden de 3 de agosto aprueba como trazado definitivo la opción “C” modificada a 300 metros aguas arriba del punto de cruce de la autovía con el río Cabriel. A estas alturas la polémica alcanza su punto más álgido debido a la confrontación entre los sectores sociales opuestos a la construcción de la carretera por este tramo y el ministerio. Un viaje en helicóptero fletado por el Gobierno de Castilla-la Mancha, lleno de reporteros gráficos que sobrevuela el paraje de los Cuchillos y las Hoces del Cabriel, dan a conocer a la opinión pública las imágenes ocultas de la existencia de uno de los últimos ecosistemas de ribera mediterráneos mejor conservados del Estado español.

La polémica lleva al exministro Borrell a convocar una reunión extraordinaria del CAMA (Consejo Asesor del Medio Ambiente) a finales de octubre del 94, para recoger la opinión de todos los colectivos sociales presentes en dicho consejo. El seminario se salda con el posicionamiento abrumador de aquellas organizaciones, no solamente ecologistas, que se oponen a que la carretera pase por las Hoces. Veintidós votos en contra y dos a favor, no fueron suficientes para hacer cambiar la decisión de los ingenieros de caminos del MOPTMA, así como la de su ministro. A pesar del resultado de esta consulta, la decisión de seguir adelante con el polémico trazado mantenido por Borrell y sus ingenieros va a forzar la salida de AEDENAT del CAMA por entender que la cerrazón mantenida por el ministerio quiebra el dialogo mantenido hasta este momento con las organizaciones ecologistas y medioambientales.

La temperatura del conflicto se eleva hasta el punto de colocar en la primera línea del rechazo a la opción “C” al propio Gobierno de C-LM y a su presidente, que hará del resultado de la misma un hecho transcendental para “su” propia supervivencia política. El 17 de octubre del 95 se declara la Reserva natural de las Hoces del Cabriel, figura de máxima protección, que pretenderá impedir la realización de cualquier tipo de obras en la zona fruto de la polémica. Pero la declaración de Reserva no será suficiente para disuadir al MOPTMA de adjudicar las obras que cierren el último tramo de la autovía; y así, en plena campaña electoral, Borrell hace público la empresa encargada de realizar las obras y el coste de la misma.

Detrás de la cronología de uno de los conflictos medioambientales más destacados, “famoso” y morboso (enfrentamiento Bono-Borrell) de los últimos años, hay que destacar el papel llevado a cabo por el movimiento ecologista, sacando a la luz pública el intento de degradación de un paraje de alto valor ecológico debido a la construcción de una carretera. En toda la controversia sobre la alternativa menos impactante: la “A” o la “C”, el movimiento fue capaz de introducir la propuesta de la racionalidad, que es bautizada con la “T” de la tranquilidad.

Esta opción constituyó un intento del movimiento ecologista de introducir un nuevo elemento ausente hasta ese momento, que no era otro que cuestionar todo el PDI (plan director de infraestructuras). Con esta propuesta se pretendía dar la batalla sobre uno de los principales causantes del deterioro medioambiental de nuestro país: las grandes obras de infraestructuras terrestres. La propuesta ofrecía una salida al conflicto mediante el aprovechamiento del actual trazado de la N-III a su paso por el valle. Esta idea introducía dos elementos que sirvieron para armar el discurso ecologista: el del ahorro económico al evitar una obra faraónica y que un paraje como el de las Hoces bien se merecía perder dos minutos en un recorrido de cuatro horas.

A pesar de que la opción más perjudicial para el paraje de las Hoces ha sido definitivamente rechazada, los perjuicios al medioambiente y la perpetuación de un modelo de transporte seguirán con la opción “E-1”. El coche es uno de los principales emisores de CO2, causantes del calentamiento global del planeta, así como de los principales consumidores de recursos y materias primas del Planeta; pero algunas ideas han calado en la sociedad en todo la “batalla de las Hoces”. La más importante: que una infraestructura no puede realizarse a cualquier precio; y que los técnicos deberán someter sus proyectos a la opinión de los ciudadanos. Un ejemplo de lo dicho es el precedente creado a partir de la modificación de la opción “C”; por primera vez desde que se fundó un ministerio de obras públicas, hace aproximadamente 200 años, la sociedad civil ha obligado a retirar al aristocrático cuerpo de ingenieros de caminos un proyecto elaborado por ellos.

No se ha conseguido modificar la filosofía del PDI, tampoco se ha impedido construir la 2ª autovía Madrid-Valencia; para el ferrocarril corren malos tiempos; el transporte colectivo cede el lugar al individual… Pero a pesar de no haber logrado ninguno de estos objetivos que hubieran permitido lanzar las campanas al vuelo, se ha conseguido legitimar un poco más al movimiento ecologista como el principal artífice e impulsor de algunos cambios sociales, como ha sido la modificación del trazado de la autovía Madrid-Valencia. Pueden parecer pequeños, pero nadie duda que esos cambios están preñados de un alto valor simbólico.

La autovía Madrid-Valencia, no pasara por las Hoces. Entre todos y todas ¡¡lo conseguimos!!

José M. Pérez Pena, AEDENAT- Albacete.